El vuelo de una gabardina
Es sorprendente como unos minutos de vídeo aficionado pueden evocar sensaciones de una manera tan potente.
Estos cuatro minutos escasos fueron filmados en 1971 por Nicholas West, mientras probaba una cámara de 16mm en la intersección de Broadway con la 88th St, en Nueva York. Hacia el final de la cinta hay unas imágenes tomadas desde la esquina noroeste de West End Avenue con la 89th St, donde aparecen fugazmente tres personas, sobre las que hablaremos más tarde. En cada visionado he encontrado algún detalle que pasó inadvertido la vez anterior, pues tiene esta película el magnetismo de las imágenes documentales, la virtud de mostrar de modo aséptico el pulso de una ciudad sin apenas centrarse en nada concreto, pero trasladándonos una textura urbana, un pulso, una imagen de conjunto compuesta de cientos de pequeños detalles. El modo de caminar o de vestir de la gente, los modelos de coche que van y vienen, los rótulos publicitarios o el mobiliario urbano.
La curiosidad me llevó a pasear virtualmente por el mismo sitio sirviéndome de «google maps» y pude confirmar, una vez más, algo sobradamente conocido por cualquier proyectista o diseñador: Si el resultado de un proceso de diseño desemboca en una solución sencilla, esta tiene mayor probabilidad de ser más duradera que una compleja. Que la solución sea sencilla no necesariamente implica que haya sido fácil llegar hasta ella, si no más bien, todo lo contrario.
Cuando uno camina por NY, no advierte hasta recorrido un buen trecho de paseo que los acerados son una simple losa de hormigón fratasado, jalonado por juntas transversales de dilatación cada tres o cuatro metros. Una solución simple, barata y duradera. Es cierto que allá, epatados por el paisaje de las alturas, no se presta tanta atención al paisaje a ras de suelo y, por tanto, se puede dar prioridad a la funcionalidad de la solución en detrimento de su belleza. Pero es igualmente cierto que en todos sitios necesitamos soluciones urbanas que funcionen bien y que tengan un mantenimiento escaso. En la película también se aprecian las protecciones de separación con la calzada y el banco ubicado en la isleta central de la avenida, exactamente las mismas con cuarenta años más. Durabilidad para que la vida pase por encima, pero también para ver pasar la vida.
Pero lo que realmente me llevó a escribir a escribir este post no fue un trozo de hormigón si no un trozo de tela. En el minuto 3:06 se produce un cambio brusco en las imágenes y, fugazmente, se aprecia una figura desapareciendo por la esquina de la calle, la cámara corre tras ella y antes de capturarla de nuevo, se cruza con una pareja de distinguidos neoyorquinos de porte elegante, de tristeza indisimulada él, de sonrisa gélida y forzada ella. Cuando la cámara enfila la calle y queda de nuevo en posición fija, captura al joven que se aleja apresuradamente, con una gabardina negra no muy larga, que ondea a izquierda y derecha acompañando la carrera, hasta que dobla una esquina en el año 1971, al encuentro de no se sabe quien…
Un patrón sencillo, que te hace sentir cómodo y que no envejece con el paso de los años, como el hormigón de las aceras.
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The film came to me by Neda, my english teacher > Córdoba Rainbow Idiomas Originariamente publicada en Cordópolis 31/10/2013NYC Bikers
Me encantó este catálogo de bicicleteros urbanos que publicó THE LITTLEST COMMA, uno de mis blogs de referencia en cuanto a cultura visual, arte y diseño.
http://littlecommas.wordpress.com/
Kurt McRobert has illustrated the many kinds of bikers who take to the streets of New York City. Which one are you?
Épica, esfuerzo y entrega en Nueva York
50.740 corredores inscritos, de los cuales 50.304 finalizaron (694 españoles, entre ellos mi tendero), 2 millones de espectadores, 12.000 voluntarios… Probablemente el de Nueva York sea el Maratón más emotivo de los que se corren en el mundo, pero de lo que no hay duda es de que es el más grande en términos cuantitativos. Se celebra cada primer domingo de noviembre y en esta ocasión la oleada de emociones se ha visto incrementada por dos circunstancias, el recuerdo a las víctimas y afectados por el huracán Shandy, que motivó la suspensión de la edición 2012, y los atentados en el maratón de Boston.
Hay muchos más números relacionados con el Maratón de Nueva York, además de las marcas de los ganadores Geoffrey Mutai y Priscah Jeptoo, pero tras ver y leer en estos días todo o casi todo lo que se ha ido generando a cerca de esta carrera, pongo el acento en tres historias que definen no solo a este maratón en concreto, si no el espíritu que impregna todo el universo maratoniano.
La épica
Dice Haruki Murakami en su ensayo «De qué hablo cuando hablo de correr»:
El dolor es inevitable. El sufrimiento es opcional.
Este lema es el que parece inspirar a Yuki Kawauchi, el funcionario japonés que corre hasta caer extenuado, no tiene entrenador, no acepta patrocinio y corre el triple de maratones al año que cualquier profesional (12, cuando lo habitual es 3 o 4). Ha sido hospitalizado en 7 ocasiones porque, según él «corro por diversión, por la libertad que me da, por eso sigo y sigo hasta que no puedo más». Es considerado un ídolo entre los runners, alguien que está en la élite (2:08.14) pero que tiene el soporte de un aficionado cualquiera. Partió en la salida anticipada para el grupo de corredores con mejores marcas y llegó en undécima posición, siendo aclamado durante todo el recorrido. Al día siguiente estaba trabajando en su puesto de conserje en un instituto de Saitama.
El esfuerzo
La historia de Jimmy Jenson y Jennifer Davis es una historia de trabajo en equipo, de retos compartidos, de superación y de aprendizajes recíprocos. Jimmy ha sido la primera persona con Síndrome de Down que ha terminado el Maratón de Nueva York. Conoció a Jennifer hace 12 años gracias al programa Best Buddies una organización enfocada a conectar personas con discapacidad intelectual y personas que no la tienen. Cuando se conocieron ninguno de los dos corría, pero todo cambió cuando Jimmy propuso a su amiga correr 5 kilómetros juntos. Desde entonces, la pareja ha corrido varias carreras, incluyendo también el maratón de Los Ángeles la pasada primavera. Cuando cruzó la meta, tras haber ido dando ánimos a todos los rezagados diciendo: «¡si yo puedo, tu puedes!», Jimmy llamó a su madre para decir ‘I did it!, ¡lo conseguí!.
La de Jimmy es solo una de las miles de historias emotivas que se encierran en 42 kilómetros de carrera, de personas que se retan a sí mismas para cambiar su vida gracias al esfuerzo continuado y metódico que supone la preparación de un maratón. Y que gracias a esta experiencia experimentan una catarsis emocional que les hace superar una pérdida, recuperar su autoestima o simplemente, sentirse mejor consigo mismo.
La entrega
Pero si hay algo que caracteriza a este maratón es la organización y el caracter de su voluntariado. Desde que en 1976 la organización decidiera establecer un recorrido que visitara los 5 distritos de la ciudad, Long Island City, Brooklyn, Queens, Bronx y Manhattan, la carrera se ha convertido paulatinamente en un evento vecinal de primer orden, donde personas de toda condición se vuelcan con los corredores para dar lo mejor de mismos y de su ciudad. Además de voluntarios a nivel individual llegan personas desde clubes de corredores urbanos hasta clubes de campo a través, desde organizaciones benéficas a hermandades, desde universidades a organizaciones profesionales. Muchos de ellos permanecen ligados a la organización durante todo el año, participando en las actividades que se convocan y apoyando el programa de potenciación del deporte infantil en todos los barrios de la ciudad, financiado con los beneficios obtenidos por la organización en el Maratón.
Una ciudad, un evento del que toda su ciudadanía se siente orgullosa y que tiene potencial y atractivo para millones de personas en todo el mundo y una clase política que ha sabido gestionarlo para que todo el mundo empuje en la misma dirección. ¿Les suena de algo?
La cita original de Murakami es: «Pain is inevitable. Suffering is optional»
New York revisitado
Llevo dos o tres semanas paseando por Nueva York… de la mano de Auster (Trilogía de Nueva York, Leviatán), Hustvedt (Todo cuanto amé), Miller (Sexus)… y hoy me tropiezo con esta foto.
Pertenece a la serie «This is a good kiss spot», que podéis disfrutar completa en este fantástico blog que no dejo de recomendar: http://littlecommas.wordpress.com/2013/10/14/this-is-a-good-kiss-spot/
Las ciudades más verdes en una infografía
Una infografía detallada de las ciudades más «verdes» del mundo por http://www.fastcoexist.com/
Londres, Nueva York, Vancouver, Copenhagen, Amsterdam y Estocolmo: Cual de ellas se queda con el título?
By http://www.fastcoexist.com/